Mudanza

Las mudanzas o cambios de casa en los niños pequeños

¿Qué representan? ¿Cómo colaborar para que sea un proceso sano y no desestabilice al niño?

Ana Lucía Leunda MP 132328 Psicopedagoga con mirada desde la antroposofía. Julio 2018 – Córdoba, Argentina

A lo largo de la biografía de cualquier ser humano las mudanzas son momentos de cambios y representan una crisis que puede permitir crecimiento, maduración, estrés o shock traumático. Ello dependerá de la fortaleza o debilidad con la que se cuenta para afrontar cambios, crisis o situaciones dolorosas. Los procesos de adaptación son únicos y necesitan de una gran capacidad de transformación y resiliencia.

Las situaciones de desalojos violentos o cambios de hogar por razones de fuerza mayor, no serán considerados en este artículo como “mudanzas”. Nos ocuparemos aquí de aquellos cambios de hogar que son planificados y que representan cambios positivos, pero que pueden convertirse en trauma para un niño pequeño.

Si bien una mudanza planificada representa un progreso a nivel familiar: una nueva casa más amplia, más cómoda, nueva, recién pintada etc.; también posee la connotación del esfuerzo, lo cuál implica desde la adquisición del inmueble (compra, alquiler, construcción, remodelación, papeleos etc.) hasta embalar, desempacar y organizar estructuralmente en el nuevo mobiliario.

¿Cómo vivencia el niño la situación de mudanza? El niño lo experimenta como una crisis. Si bien en toda la biografía de un ser humano hay muchos momentos de crisis que traen cambios, lo que aquí destacamos es cómo se vivencian y experimentan para que no se transformen en un trauma, dejando así una huella de shock, de frío intenso y de oscuridad que luego se dificulta iluminar.

El cuerpo físico

La casa. Primera representación de Memoria. Fuente de Estabilidad.

CONFIANZA

La casa u hogar para un niño es la extensión de su propio cuerpo. La primera memoria del pequeño es la de lugar, es la representación y significación de los lugares de la casa, la disposición de la misma y la organización rítmica.

Tenemos aquí el cuerpo físico como tal: las cosas, los objetos, los muebles y su lugar en el hogar. Como por ejemplo: “este es el jardín”, “esta es la puerta de entrada a mi casa”, “aquí está la cocina donde hay elementos para cocinar y las sillas para sentarse a comer”, etc., y llegando a la proximidad del niño este se dice: “este es el lugar de mi cama, aquí está el ropero y mi ropa, la muñeca siempre está cerca de este lugar, o en su cunita o en la cama”. El lugar de los juguetes, la ventana e incluso la lámpara del techo, todo dispone al niño de una estructura que no se mueve, siempre está y esto brinda CONFIANZA. Les muestra que la vida continúa, que sigue un curso estable y que no hay nada que temer.

Esto representa la primera memoria del bebé, cuando hay una estabilidad y orden en el inmueble-casa (paredes y ventanas) y en los muebles u objetos que hay en ella. Cuando la casa se encuentra en construcción o demolición y reestructuración también provoca cambios, crisis o inestabilidad, a ello lo veremos más adelante.

En síntesis mi morada corporal se extiende a la morada representada por el hogar. El niño dice: “confío que así como mi piel me protege y mi cuerpo se cobija, igual lo hacen las paredes y techo de mi hogar”.

El cuerpo etérico del hogar. Segunda memoria: rítmica, de procesos. SEGURIDAD

El cuerpo etérico del hogar es la organización familiar, la disposición de las habitaciones y como o por quienes son habitadas, los horarios y ritmos. El ritmo diario, semanal y anual del hogar fortalece la segunda memoria, la de procesos, organización. Esto fortalece aún más el sentimiento de SEGURIDAD del niño, pues cuando esta organización es lo más estable posible, el niño recibe nuevamente el mensaje de continuidad de la vida, de que cada día comenzamos desayunando, vamos al jardín, volvemos, comemos, jugamos, cenamos y luego nos vamos a dormir.

Cada lunes comenzamos el jardín para luego llegar al sábado, domingo y descansar.

Cada invierno vamos a la escuela, para luego cada verano irnos a aquella casa de campo de todos los veranos, la casa del abuelo, la de los primos, la que alquilamos. Aquí cabe destacar la importancia de poder llevar a los niños pequeños cada verano al mismo lugar y no variar de ciudad en ciudad o país en país.

El tipo de alimentación, el consumo de pantallas, la presencia o no de padres (de los que trabajan y de los que no trabajan) los horarios, las rutinas, los momentos de bañarse y cambiarse, los momentos de compartir almuerzos, plazas, paseos. La modalidad para irse a la cama y la cantidad de horas que duerme el niño hace y conforma esta segunda memoria, la que se vive a través de procesos y es fortalecida a través de ritmos estables que brindan seguridad.

Aquí podemos vislumbrar como la calidad de estos ritmos y procesos brindaran al niño la cualidad del calor. Este se dice “me siento seguro de habitar este hogar, es lindo vivir aquí”.

Cuerpo astral. Memoria anímica. Calidad, cualidad emocional. ALEGRIA

De la organización física, de la calidad, cualidades de los ritmos del hogar y la forma en que nos relacionemos, hablemos, nos movamos y expresemos, va a afectar en gran medida a la predisposición anímica emocional del niño. Es decir, la forma de moverse de los padres, los gestos, la calidad y cualidad en las miradas, en las palabras, en la manera de relacionarnos, de dialogar, etc.

El niño pequeño se encuentra muy ligado a los sentimientos y emociones de ambos padres, por ello es de gran importancia que estas relaciones estén impregnadas de confianza, amabilidad, escuchas atentas y respetuosas. El pequeño imitara corporalmente no solo las formas de moverse de ambos padres, sino también la forma de hablar, de relacionarse, de tratar a los objetos, a las personas, animales y plantas que nos rodean.

El cuerpo expresa las emociones del alma del hogar, las vivencias y experiencias son penetradas en él, por ello cada situación vivida emocionalmente conforma y modela su ser.

Desde estos tres cuerpos, ¿cómo podemos colaborar a que una mudanza sea una crisis que traiga cambios, adaptarnos a ellos y resultar fortalecidos?

Desde el cuerpo físico, brindar CONFIANZA

  • Lo primero que podemos hacer es ir al nuevo lugar y armar una “mesita especial” que representara la frase interna: “pronto esta será nuestra morada”. Podemos colocar un florero, una foto de la familia, una imagen según nuestra ideología religiosa o lo que intuyamos necesario colocar allí. Es de importancia que sea bella, con mantel, flores, piedritas que traigan los niños, algún juguete, etc.
  • Al irnos de la casa vieja lo ultimo de desarmamos debe ser la habitación del niño y al llegar a la nueva casa lo primero que armamos es la habitación del pequeño. La “desestabilidad” en

    este caso se hace más pequeña y el niño puede tolerarla.

  • Resulta ideal tomarnos como mínimo tres días previos para comenzar a habitar el nuevo hogar.
  • Piso, techo y paredes son quienes me protegen por lo que es importante colocar buena luz y que el piso no este lleno de cosas para que el niño pueda moverse. Colocar cuadros y fotos familiares ya que brindan gran seguridad y contención (sería ideal hacerlo mientras embalamos en la casa vieja y al mismo tiempo en que ponemos la mesita del primer día).
  • En algunos casos esto requiere de organización meticulosa, pues cuando es desorganizada asecha el caos.
  • Si nos mudamos en invierno procurar no pasar frío, el calor del hogar constituye la esencia del mismo. Pasar frío es sinónimo de incomodidad y no queremos estar en lugares incómodos.
  • El contacto corporal brinda confianza por excelencia, por ende considerar dar abrazos, cariños, mimos y masajitos ayudará.
  • Si vemos al niño muy inestable podemos colocarle una sabanita o mantita y envolverlo en nuestro regazo acunándolo suavemente. Esto es un regalo o semilla de memoria de que “todo estará bien”, “ya nos adaptaremos”, “seguimos siendo una unidad”.

Desde el cuerpo etérico, brindar SEGURIDAD

  • De ser posible nos mudemos en vacaciones o nos tomemos de 4 a 7 días. Los cambios merecen la atención necesaria.
  • No dejemos a los niños mucho tiempo jugando o dando vueltas mientras acomodamos las nuevas instalaciones. Podemos dejar a los hijos con cuidadores, tíos, vecinos, parientes, abuelos, etc. Si por el contrario los pequeños nos acompañan estemos muy atentos a sus necesidades fundamentales: higiene, sueño, hambre, ganas de ir al baño y apego o contacto. Atendiendo con meticulosidad estas necesidades tenemos niños estables, que pueden ayudar un rato, jugar otro rato, comer y así volver al círculo de ayudar, jugar y comer.
  • Priorizar energías vitales antes del orden y limpieza extrema.
  • Procuremos no romper los ritmos estables. Si los niños van a la escuela o realizan actividades diarias o de fin de semana, las mantengamos como regla de oro, pues ante los cambios la rutina es lo más estable que brinda seguridad.
  • Prioricemos el descanso y sueño en los niños y adultos.
  • ¡Pedir ayuda! ¡Ayuda de la buena! Así como el organismo pide ayuda a la fiebre o a otros sistemas que protegen y ponen en alerta al cuerpo, no nos creamos “superhéroes” y pensemos que “podremos con todo”. Alcemos la voz y pidamos ayuda para ordenar, para limpiar, para que alguien nos haga los almuerzos y podamos despreocuparnos del tema. Ayuda también para mover muebles o simplemente para que alguien nos cebe un mate o traiga un refresco.

Desde el cuerpo emocional, brindar ALEGRÍA y CALMA.

En este momento debe primar la alegría. Por ello recomiendo:

  • Hacer brindis durante almuerzos y cenas. El movimiento trae alegría pero sabemos que no es la cualidad que prima en este momento, ya que este tipo de movimientos genera gran cansancio físico. Aún así debemos ser capaces de concentrarnos en la prosperidad que brinda dar este paso y festejar antes, durante y después de la mudanza.
  • El humor es clave. Mantengamos el buen humor y pongamos una música que
  • agrade de a ratos. Tal vez tener organizado quien nos traiga la comida para así no generar suciedad en una cocina que aún no esta acomodada, aliviana el trabajo que conlleva la mudanza.
  • Al ser un momento de cambios bruscos debemos ser muy cuidadosos en el trato entre los adultos. No discutir frente a los niños.
  • Siempre hay situaciones que nos llevan a la discusión, mantengamos la calma y esperemos a que ellos no estén para conversar las cuestiones más ásperas o delicadas.
  • Buen dialogo. Escucha. Alegría.
  • Moverse con calidad de presencia. Intentar no hacer las cosas rápido o con apuro cuando estamos con ellos. Esto los coloca en un lugar de nerviosismo y multiplica el estrés.

¡¡¡Nos mudamos!!! ¡Qué alegría!

Aunque aún hay desorden y el niño empieza a manifestar berrinches…

El niño va necesitar de un período de adaptación al nuevo hogar. Los cambios merecen tiempos de acomodo, escucha atenta y presencia plena del adulto para aceptar que lo que pertenecía al cuerpo del niño fue modificado y es muy probable que el pequeño al comienzo se sienta incomodo en él, como cuando nos compramos zapatillas nuevas y nos salen ampollas al comenzar a caminar con ellas. El niño siente pequeñas incomodidades y por lo general las manifiesta en el plano anímico. Lo podemos ver angustiado, desganado o su polaridad nervioso inestable agresivo.

Toda expresión de emoción de incomodidad (tristeza, llanto, enojo, ira, etc.) debe ser escuchada, recibida y metamorfoseada en la mirada amorosa y atenta del adulto. Los berrinches o caprichos son la expresión por excelencia a estas incomodidades y en principio son necesarias. Gritos, peleas, querer cosas que antes no quería (como jugar con agua en invierno, o el celular de mamá, etc.) son típicas en estos casos.

            Simplemente para recordar y atendiendo a este cuidado que necesitan nuestros niños: las VACACIONES son a menudo pequeñas mudanzas, que si bien no debieran generar daños, en muchos niños sensibles a cambios y adaptaciones generan movilizaciones internas. Por ello recomiendo que las vacaciones de niños pequeños de entre 0 a 7 años se realicen siempre al mismo lugar. Esto no sólo genera un sentimiento de seguridad, sino que fortalece en gran medida a la capacidad de memoria, debido que de grandes recordaremos aquel lugar de infancia al que cada año volvíamos llenos de alegría y plenitud. Lejos están de este sentimiento aquellos hijos de padres que quieren conocer el mundo y viajan año tras año a distintos orígenes, países y ciudades para visitar pero desconociendo que el niño cuando llega a adaptarse… ya es hora de volver.

PLANIFIQUEMOS, no temamos a ser demasiado ordenados o cautelosos, planificar con alegría aleja los miedos. Pidamos AYUDA, ya que cuando uno se encuentra en situación de crisis o cambios como este las ayudas, ya sean rentadas o de seres queridos, harán que el proceso sea más ameno y cálido.

Un niño al que se le brinda lo que realmente necesita, no va ser un adolescente “tonto”, “caprichoso” o “débil”. Sino un joven que va saber para qué vino a este mundo y cual es su verdadera y única misión en él.